Marianella Salazar
Es significativo que Maduro haya vuelto
de viaje después del penoso periplo por países miembros de la OPEP donde
hizo el ridículo –Irán que es o era su aliado acaba de anunciar que no
tiene planes de convocar ninguna reunión de emergencia para discutir los
precios del crudo– y haya regresado a Caracas sin pasar por La Habana,
normalmente habría tenido que pasar por allí, pero le han pedido que no
lo hiciera.
En pleno viaje Raúl
anunció la liberación de presos políticos, mientras aquí se empeñan en
mantener encarcelados a perseguidos políticos, incluso en prisiones
militares, no solo a líderes sino a estudiantes. Su presencia en “el mar
de la felicidad” resultaba molesta, en plenos preparativos del gobierno
cubano para recibir a los enviados del presidente Barack Obama que
adelantan los trámites que permitirán el restablecimiento de las
relaciones diplomáticas con Estados Unidos, incluyendo algo que ¡no
tiene precio!, la apertura a los bancos norteamericanos. ¡Dolarización
en puertas!
Las perspectivas en Cuba
son muy buenas, se avizora una salida, con la ventaja de que se podrá
evitar un derramamiento de sangre. Desde luego, no esperemos que Raúl
Castro se comporte como un Mijaíl Gorbachov, pero puede seguir dando
sorpresas y hace lo que cree que tiene que hacer, entre otras cosas, le
ha puesto al imperio en bandeja de plata a Maduro y a lo mejor es él
quien finalmente le dé la estocada para que renuncie.
Si
Raúl quiere ser coherente, no puede en estos momentos hacer otra cosa
que explicarle al hombre que puso en la Presidencia de Venezuela las
ventajas que significan para un país con una economía en ruinas
entenderse con el imperio. Hasta Evo quiere arreglarse con Obama; por
cierto, tuvo el cinismo de enviarle a la pareja presidencial unos
gorritos y bufandas “envenenadas” por un brujo de Cochabamba para que la
gira presidencial fuera exitosa, con el resultado de un estrepitoso
fracaso, además de la impresentable indumentaria.
Raúl
ha dejado a Nicolás guindado de la brocha, ha sido un tremendo
desprecio y solo falta que lo declare persona non grata para que
entienda de una vez por todas que “esto se acabó”, como dijo Henrique
Capriles.
Ya Cuba no es parte del imperio del mal, en cambio Venezuela aparece en el mundo como un “imperiecito” de calamidades.
Falta poco
La
oposición está en el deber de aprovechar esta grave coyuntura para
monopolizar el descontento en todo el país. La gente que se queda sin
comida ni medicinas, después de hacer interminables colas y perder el
tiempo, está indignada con el gobierno, sabe que el desabastecimiento y
la inflación no es culpa de la oposición, ni de la derecha fascista, ni
del imperio. Todas esas consignas para justificar lo injustificable
hacen que el ciudadano común pierda la paciencia y el miedo, eso hay que
canalizarlo para evitar la violencia y el caos.
Es
bien recibido que, al fin, en la dirigencia opositora hayan entendido
que el adversario es el gobierno, que no son Leopoldo López, Antonio
Ledezma y María Corina Machado, que han sabido interpretar el
sentimiento de gran parte de los venezolanos. Estos tres dirigentes
están planteando un cambio de gobierno al que aspiramos los venezolanos
que deseamos reconstruir el país, sustituir el gobierno que nos hundió
en la miseria y exigir una verdadera rendición de cuentas a Nicolás
Maduro por los 800.000 millones de dólares de ingresos petroleros.
Estamos
presenciando una política de rectificación en el seno de la dirigencia
democrática, celebramos el viraje de Henrique Capriles y esperamos que
se mantenga unido junto a ellos para que el cambio se dé en la dirección
correcta lo antes posible
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